No pocos-sobre todo las mujeres-tienen más miedo a envejecer que a la muerte misma y luchan incansablemente contra la sombra de una arruga o la punta de una cana. Para nada me parece mal llegar a la vejez con dignidad, pero no comparto el hacer de ello una obsesión. Sí he tratado de imaginar cómo se verá mi cuerpo estrujado con el pelo blanco, pero al final termino mirándole el lado más feliz a todo este proceso: ver la vejez como testigo fehaciente de que hemos vivido, mejor o peor, pero hemos vivido al fin y al cabo. Eso es lo importante: aferrarse a lo bueno, como esta señora que todos los domingos camina hacia la iglesia (aquí con su guano bendito), o el señor sentado al fondo, entre las jabas de guano que teje hace más de un cuarto de siglo.
A TRAVÉS DEL TIEMPO
El barrio La Barranca, hacia 1925. Para quienes nos visitan permítanme explicarles que este es una zona marginal de Trinidad. Por la bajada que se avizora en el medio de la fotografía se llega a La Pastora, un poblado rural que, a pesar de los años, mantiene sus esencias campestres, con vecinos amantes de la cría y monta de caballos. Por esa loma bajo en las vacaciones para ir a la cascada de Javira, un sitio espectacular del que pronto tendrán noticias en este espacio.