Como fotografía, propiamente dicha, la imagen de esta semana quizá no sea de las más atractivas, lo reconozco. Sin embargo, la historia que yace detrás de esos hilos bordados es única. Por eso omitimos este domingo la acostumbrada foto en sepia porque esta pieza lleva en sí misma una dosis de historia y contemporaneidad, y ha llegado a nosotros, también, a través del tiempo.
Cuando la caña bautizó con la riqueza la ciudad de Trinidad, nació la estirpe de los Condes de Casa Brunet, matrimonio formado por Nicolás de la Cruz Brunet y Muñoz con Ángela Borrell y Lemus. Tuvieron 12 hijos. La primogénita de ellos fue Josefa María Brunet y Borrell, La Condesita.
Cuentan que cuando La Condesita se fue a casar una esclava se ofreció a bordarle un par de sandalias para su boda. Cuando terminó la primera, murió... y nadie se atrevió a realizar la segunda, tal vez por superstición, tal vez por respeto a la fallecida. De una forma u otra, La Condesita no pudo lucir aquel calzado prometido.
A nuestros días aún llegan ecos de aquel legendario acontecimiento que, contado así, parece una historia envuelta en un halo de misterio, una leyenda…
¿Y si les digo que tienen ante ustedes la imagen de esa zapatilla bordada por la esclava?... Por inverosímil que parezca aquí está el testigo fehaciente de una historia que ha esquivado las barreras del tiempo y llega a nuestros días, porque la pieza aún se conserva tal cual aparece aquí. De hecho, la foto fue tomada hace aproximadamente dos meses.
Pero lo más interesante resulta quién guarda esta joya… nada más y nada menos que la bisnieta de La Condesita, una señora que a sus 92 años conserva una lucidez envidiable. Ella, la bisnieta, aún vive en Trinidad y se ha dado la tarea de perpetuar en tinta los recuerdos de la familia.
Seguro muchos sabrán de quién se trata, otros quizá tengan sus sospechas pero no están seguros del todo. Yo mantengo la intriga hasta el martes, cuando conversaremos en la Isla nuestra de cada día acerca de esta mujer de fábula.
La Condesita Brunet