domingo, 25 de marzo de 2012

El reparador


No resulta sencillo subirse en un techo para arreglar las “tejas corridas”, especie de desviación que ocurre en cualquiera de esas filas de las piezas fabricadas de barro que coronan los techos más antiguos de Trinidad. Tal labor es de primer orden para quienes habitan casas viejísimas si no quieren sufrir las filtraciones de agua (goteras) en medio de un chaparrón.
En esta oportunidad, somos testigos de dos momentos de la construcción de la vivienda trinitaria, desde una perspectiva atípica: a la derecha las tejas criollas, tan viejas como esta villa, hechas en sus inicios a partir del muslo del  fabricante como único molde. Del otro lado las tejas planas o francesas, más jóvenes, realizadas por máquinas.
En tiempos donde las cubiertas planas de hormigón, las conocidas “placas”, resultan soluciones más duraderas, este hombre se aferra a sus tejas coloniales. ¿Acaso no es una forma de amar el Patrimonio?

A TRAVÉS DEL TIEMPO


La Logia Luz del Sur, en la calle Lino Pérez, empedrada por ese entonces, sin el asfalto ni las alcantarillas, a veces hediondas.

domingo, 18 de marzo de 2012

Cañada


¿Qué trinitario no se asomaba por las ventanas para ver las cañadas mientras llovía a cántaros?
Para quienes desconocen el término, permítanme explicarles: en Trinidad se llaman “cañadas”  al agua que corre por el medio de las calles cuando San Pedro abre las puertas del cielo por largo rato, hecho poco común en esta ciudad.
Esta particularidad está dada por la topografía de la villa: sus calles están inclinadas hacia el centro, lo que provoca el desagüe rápido de la lluvia; el ancho de la vía determina el de la cañada.
La fuerza de estos “pequeños ríos” puede ser peligrosa. ¡Imagínense que en 1990 la cañada de la calle Rosario arrastró una lavadora rusa desde las lomas hasta el centro de la ciudad!
Cuando escampa los niños aprovechan el correr del agua por las calles de piedras y llevan barquitos de papel con la esperanza que naveguen hasta el infinito, pero las frágiles embarcaciones naufragan en pocos segundos.
Aprovecho el aguacero inesperado, pero siempre bienvenido,  de este viernes al mediodía para compartir esta cañada, aún fresquita.

A TRAVÉS DEL TIEMPO


La calle Desengaño, sin obstáculos, cuando se podía transitar por ambas aceras porque el Palacio Iznaga no sospechaba el olvido del que sería víctima años después, cuando empezó a resquebrajarse lentamente. La calle Desengaño, cuando la quietud envolvía la zona de la Plaza Mayor.


domingo, 11 de marzo de 2012

La primera foto


Una de las musas de Trinidad se posó en la ventana de mi casa convertida en gorrión, cuando buscaba desesperado una escena que me trasmitiera espontaneidad, tema de mi equipo para el ejercicio académico de la asignatura de Fotografía.
Todo ocurre fugazmente y disponemos de sólo de una oportunidad para atrapar esa realidad o perderla para siempre.
No podía escoger otra foto para iniciar mi blog. Este es el primer flash. El camino recién comienza: ¡Acompáñame!

A TRAVÉS DEL TIEMPO


Un tren cuyo recorrido no conocí pero no puedo resisitirme al encanto de los ferrocarriles. Este viajaba desde Trinidad hasta Santa Clara. Aquí fue sorprendido por una cámara de aquellos tiempos a su llegada a Cumbre, un pueblecito cerca de la tierra de Marta Abreu