domingo, 26 de agosto de 2012

Sol, faroles, atardeceres

Me gusta poco el sol, lo reconozco. En estos meses de verano no han sido pocos los mediodías en que he rogado a San Pedro para que llueva, pero parece está también de vacaciones. No me sucede así con los atardeceres porque me encantan. Será que como “todo lo malo, luego se torna bueno”, tampoco el Astro rey escapa a este dicho popular y después de castigarnos con temperaturas irresistibles, se escurre entre los techos, palmas, faroles… de Trinidad para seducir a los apasionados de la fotografía, como yo, que no pude escoger nada mejor para cerrar este caluroso mes de agosto que este collage de atardeceres.
A TRAVÉS DEL TIEMPO

La calle Real, en Trinidad. Es esta una de las vías esenciales de la Plaza Mayor. Lo interesante de esta foto está en las ventanas de las viviendas ubicadas a mano izquierda. Fíjense: ¡son de metal! Actualmente, como muchos conocen, son de madera para estar más a tono con los aires del siglo XVIII, pero esta otra visión-una visión que no conocí pero me hablaban de ella- y estoy seguro despertará recuerdos.

domingo, 19 de agosto de 2012

De pesca

Debo confesar que la foto de esta semana ha nacido del esfuerzo de todos mis amigos. Fui yo quien apretó el obturador de la cámara, pero de nada hubiese servido si la fogata no estuviese encendida-una fogata hecha por cuatro de los aventureros que decidimos pasar una noche frente al mar, hace unos días-. El pez fue el triunfo para uno de los dos jóvenes pescadores que aparecen en el fondo, después de varios intentos fallidos por atraparlo. Otra amiga decidió avivar las llamas, y el anochecer puso el resto. El resultado es este: una imagen que, a mi juicio, también habla de los pescadores: esas personas que se lanzan a la mar, por divertimento o trabajo, y cuyas historias son increíbles.
A TRAVÉS DEL TIEMPO 
Me sorprende esta fotografía de un señor sacando agua de una calle de Trinidad para restituir el empedrado en la zona dañada. Nadie sabe decirme quién es, pero me basta con la ternura del rostro de este hombre, cuyo oficio, el de empedrador, debió guardar las más inverosímiles historias al igual que el de pescador.

domingo, 12 de agosto de 2012

¿Pagos pendientes?

Las cosas que podemos encontrar en el mar son infinitas: desde desperdicios dejados por otros a causa de su indolencia respecto al Medio Ambiente hasta prendas de valor. El poder y la persuasión de las olas es impresionante: mientras te envuelven con la calidez de sus aguas, la espuma… pueden  “robarte” cualquier pertenencia como el más experimentado ladrón. Quienes tienen sus creencias sincréticas aluden a las travesuras de Yemayá: la dueña de los mares del panteón yoruba, cuando alguno de sus hijos les debe el pago a determinada promesa. Si nos acogemos a la vía religiosa, entonces eran muchos los que estaban en deuda con la Santa. Al menos eso explicaría por qué cuando fui a la playa encontré chancletas y botas a lo largo de la Península Ancón-y no creo que fuera culpa del abandono pues los calzados están en buenas condiciones-.

A TRAVÉS DEL TIEMPO

A propósito de las creencias religiosas, que al fin y al cabo todas nos llevan a hablar de fe, encontré esta foto de un pequeño altar edificado a la sombra de una ceiba, en plena calle: ¿sincretismo, cubanía? Les debo el sitio donde fue tomada la fotografía, pero más que el lugar donde estuvo, o está enclavada la hornacina pienso que esta imagen antigua nos puede hablar de la devoción popular a través del tiempo.

domingo, 5 de agosto de 2012

Otro uso

Siempre lo he dicho: los cubanos hacemos unas interpretaciones de palabras, frases, discursos… dignas de escribir un libro solo para nosotros. Tal es así que esta semana alguien encontró un nuevo uso para esta papelera de reciclaje que, a falta del cesto, sirvió como el más efectivo sitio para “amarrar” la bicicleta. Bueno, después de todo, quien lo hizo cumplió a cabalidad el mensaje que se expone, pues él o ella utilizaron la papelera, pero de una manera diferente, ¿verdad?
A TRAVÉS DEL TIEMPO 
La calle de Jesús María, hoy José Martí, es una de las arterias esenciales de Trinidad que bordea un costado del Parque Céspedes. Las piedras que aparecen en esta imagen de antaño ya no existen, pues un día el concreto cubrió completamente esta calle hasta la actualidad.